dilluns, 28 de juny del 2010

Aventuritas I

Imagínate un grupo de 8 o 9 chavales de unos 18 años agarrando un tren dirección “Lluçanès”. Hacia la mítica masía del colega donde uno tripó por primera vez unos pocos años atrás. Imagínate a 8 o 9 chavales subiendo al tren con una garrafa de 5 litros de té y una sola premisa: No comer nada hasta las 18:30h de la tarde. Hora preestablecida para ingerir uno de los manjares mas rancios que uno ha probado jamás, unas pequeñas setas crudas de sabor dudoso. El motivo? el morao. Morao que obviamente se vería incrementado por el estado de ayunas, los porros y ese té que debía potenciar el viaje que buscábamos. Objetivo? el morao extremo.

Hice trampas y me comí unas pocas galletas hacía la 13:00h del mediodía cuando llegamos al pueblo, justo antes de subir para la masía en taxi. No recuerdo bien que hicimos hasta las 18.00h de la tarde, supongo que fumar petardos con la facilidad que un niño se come unas golosinas y beber ese té temperatura ambiente de lo más soso.

Recuerdo salir de la masía dirección al bosque en una tarde de sol radiante, recuerdo encontrar el lugar idóneo, recuerdo sentarnos en forma de círculo, creo que Javi repartió las porciones y todos ingerimos esos hongos (decían que eran de los mas potentes de Holanda).

La historia se me mezcla con otras experiencias vividas en ese bosque pero lo que está claro, clarisisisisísimo, es que llegamos a un pequeño claro chutando un balón de fútbol. Empezamos a dar balonazos colina arriba, el balón se perdía entre los matorrales y volvía de forma mágica donde estábamos. Joder que era un puto pinball natural!!!!!
No parábamos de reír, unos por el suelo, otros dándole a la pelota, uno decía B y el otro respondía Z. Nada tenia sentido pero de verdad que era muy divertido. (La típica fase de euforia en plan no puedo parar de reír ni que me amputes una pierna, ni las tres).

En eso que de repente estábamos sentados en círculo de nuevo. Toni empezó a rayarse y a tener mala vibra (luego nos confesó que a pesar de su dilatada experiencia con las drogas no debería haber tomado porque estaba en un mal momento).
Yo estaba intentando hacer una foto, no podía, no sabia como hacerla!. El sol había desaparecido sin previo aviso. Miré el cielo y estaba negro, alguien preguntó si estaba lloviendo, dudábamos, no lo teníamos claro. Todo era raro, algo se nos estaba escapando de las manos y me fui. Pasé de Toni y de todos (mal por mi parte). Subí solo hasta el bosque que hasta hacía poco era el pinball más divertido que jamás conoceré y al llegar arriba del todo se hizo la luz de nuevo. La hierba, los árboles, todo resplandecía, el sol había vuelto. Empecé a gritar de euforia y felicidad. Gerard y Marçal me siguieron.

A partir de ahí recuerdo que hacer cualquier cosa era como hacerla de nuevo. Fumar, tocar una piedra, todo. Molaba. Era raro, rarísimo.
Recuerdo tirarnos por el suelo escondiéndonos de una familia. Su perro nos vio, se acercó corriendo pero al ver-nos de creca algo le dio mala vibra y se fue por dónde había venido. En cambio la vacas parecían atraídas por nuestras vibras lisérgicas, se acercaban corriendo, mirando como con mala leche. Nos asustamos y nos fuimos corriendo mientras un servidor luchaba por mantener cierta cordura. Conseguí hacerme fuerte mentalmente y volvimos a disfrutar del morao dando unos pases con el balón. De repente estábamos corriendo mientras llovía bastante. De repente estábamos en frente unas vistas espectaculares con un sol radiante.

-(yo) Eh tius, no estávem corrrent mentre que ens queia la del pop?
-(Marçal o Gerard) òstia si.
- (yo) I com hem anat a parar aquí?
- (Marçal o Gerard) No ho sé tiu.

El sol estaba ya ocultándose. Nos situamos en una pequeña colina. El sol rojo iluminó el árbol que teníamos delante mientras aparecían por el camino Toni, Edu (que llevaba la pierna escayolada), Bernat y los demás. Momentazo. La luz espectacular del atardecer mientras toda la cuadrilla se juntaba de nuevo fue de cine. No sé si hubo abrazos pero quizás si. A partir de ahí la más absoluta paz espiritual. Nos contaron la odisea que tuvieron con Toni que lo pasó fatal, Suerte tuvo de Bernat y Edu (no sé cómo pudieron). Volvimos a la masía, mientras el morao se relajaba y nos daba un merecido descanso.

Al contrario que pasa con los tripis, el bajón es paulatino y suave, incluso recuerdo poder controlar al gusto la intensidad del morao.

Decidimos que no podíamos estar mas rato en la Masía y nos volvimos al bosque. Una charla agradable acerca del morao, nos aseguramos que Toni estaba perfectamente y...a disfrutar de la típica locura de las estrellas móviles. Vamos! que miras el cielo y no hay una puta estrella en todo el firmamento que se esté ni una milésima de segundo quieta donde se supone que debe estar. Es realmente curioso.

Luego para casita a dormir plácidamente. La mente nada acelerada y al cerrar los ojos, esas típicas cenefas de final de tripazo de colores brillantes que cambiaban a velocidad de vértigo no estaban. Mejor, mucho mejor.

Estuvo bien, bonita lucha que supuso el final de una época para mi. Jamás he vuelto a comer setas o ajos, y cuando digo jamás quiero decir que en “Tàrrega” una vez me tomé media ración o menos de éstas mismas pero que nunca más.

Salud!